Abrazo

Publicado el marzo 9, 2017Categoría: Artículos, BlogEtiquetas: 3,5 minutos de lectura

Mi hijo de 5 años cayó enfermo con algunos días de fiebre, se sentía muy mal, casi no quería comer, tenía además dolor de cabeza y quería estar en cama constantemente. Únicamente pedía una cosa:

Un abrazo de mamá, que mamá lo acompañe, que mamá no se vaya de su lado…

Se siente tan bien cuando puedes reconfortar a tu hijo con algo tan sencillo, con tu mera presencia, con tu atención, con un abrazo. Es impresionante la seguridad que podemos dar a nuestros hijos cuando hay una fuerte conexión, cuando hay confianza, cuando estamos presentes.

Me siento inmensamente agradecida por haber podido estar junto a él esos días, acompañarle, conversar, leerle, mimarle, abrazarle. Agradecida por tener la oportunidad de practicar homeschooling y estar conectada con él.

Claro que cuando se dormía me ponía a hacer mis cosas, a comer, a arreglar un poco la casa, trabajar un poco, conversar con mi esposo y mi otro hijo, y bueno, todas las cosas que se habían acumulado por hacer…

Y ahora recuerdo de una madrugada, cuando mi pequeño tenía unos 5 meses, seguramente tipo 3 de la mañana, y, como al parecer es costumbre en mis hijos, se despertaba cada 2 horas para lactar y simplemente estar despierto. Fue muy fuerte al inicio por el cansancio, el sueño, las ganas de dormir que yo tenía, pero poco a poco el proceso se convirtió en momentos en los que empecé a disfrutar. Momentos en los que estábamos juntos y conectados mi bebé y yo mientras el resto del mundo dormía. El sentir que mi mera presencia lo reconfortaba, le daba seguridad me emociona profundamente.

Me di cuenta que en los dos casos anteriores lo que hice fue abrazar el presente, aceptarlo.

Así que al parecer la clave es darnos cuenta que, si vivimos el presente y disfrutamos de los momentos que compartimos, ya sea con nuestros hijos, nuestra pareja, nuestros familiares, nuestros amigos, nuestro gato, una flor, o la puesta de sol, independientemente de cualquier problema sea pequeño o grande que estemos atravesando, es más probable que podamos tomar mejores, o al menos más acertadas, decisiones. De cierta forma vivimos mejor.

Y fue entonces que recordé del famoso «mindfulness», busqué en internet y lo que encontré fue:

«El Mindfulness consiste en prestar atención, momento a momento, a pensamientos, emociones, sensaciones corporales y al ambiente circundante, aceptándolos, es decir, sin juzgar si son correctos o no. La atención se enfoca en lo que se percibe, sin dar pie a la preocupación excesiva por los problemas y sus posibles causas y consecuencias, en vez de estar dirigida a buscar soluciones.»

Magia, pura magia, una sensación de conexión profunda, amor, empatía y paz.

Al estar en este estado siento que soy más creativa porque quiero aprovechar al máximo ese tiempo que me están dando mis hijos para estar con ellos. Se me ocurren más actividades, hagamos rollos de canela, vamos a buscar moras silvestres, veamos cómo siguen las crisálidas que encontramos ayer, bailemos en la cocina… y son propuestas que suenan más honestas, más auténticas.

Siento que de esta forma es menos probable que grite o me irrite.

¿Piensan que siempre logro este efecto?

Pues no, hay días que son más fáciles que otros, o simplemente hay días que estoy físicamente o mentalmente más cansada que lo normal. Hay días en los que estoy más sensible que otros y ahí es más difícil recordar el centrarme en el presente. Sin embargo, me he dado cuenta que hay ciertas cosas que me ayudan a mejorar:

  • Hacer deporte
  • Comer sano
  • Contacto con la naturaleza
  • Tener algo de tiempo para mí sola

En resumen, cuidarme para cuidar a otros, para poder dar más abrazos y sentir nuevamente esa magia, pura magia, una sensación de conexión profunda, amor, empatía y paz.