Cuando vamos entendiendo la propuesta diferente que presenta el homeschooling muchas preguntas como esta se van contestando solas. Sin embargo, podemos hablar de este tema recordando que existe toda una gama de formas, metodologías y enfoques del homeschooling.
A excepción de un par de familias que he visitado, otras familias homeschoolers que conozco tienen uno, dos o máximo tres hijos. Siempre me pareció interesante ¡cómo hacían educación en casa con 5, 6 ó 7 hijos! Después de leer mucho, ver unas charlas virtuales y ver un poco por mi propia cuenta me he dado cuenta que es complejo, pero de cierta manera es más fácil.
Es casi como que una vez que existe un ritmo, ambiente e inspiración adecuadas los niños/as mayores van marcando la pauta a los que siguen. No sé si se acuerdan, pero cuando éramos pequeños teníamos los ojos bien abiertos a lo que hacían los niños/as mayores. Si a los mayores les gusta aprender y están motivamos por aprender, los pequeños van casi sin que nos demos cuenta avanzando hacia esa dirección. Cada uno con sus intereses diferentes, cada uno con su propia personalidad, pero inspirados por sus hermanos y hermanas mayores.
Una charla interesante que escuché hace ya un tiempo fue de una madre homeschooler Racher DeMille sobre este tema. Ella y su esposo, Oliver DeMille, son los fundadores de Thomas Jefferson Education, también conocido como Leadership Education. Igual que Erickson, Piaget y otros pensadores han identificado unas fases del aprendizaje que ayudan para identificar algunas pautas que podemos seguir los padres cuando hay diferentes edades en casa.
Ellos hablan de unas fases de base, unas fases educativas, y unas fases de aplicación. No son fases que siguen un patrón lineal, sino más bien sirve visualizarlas como una esfera donde las fases de base están en el centro y las siguientes las rodean o recubren. Si no tenemos unas fases de base fuertes y bien establecidas, difícilmente podremos avanzar con las siguientes. O podríamos tener la idea de que estamos avanzando, solo para darnos cuenta que de pronto estamos en crisis.
Según este modelo, incluso de adultos, podríamos reconocer que nos faltan las fases de base y que únicamente trabajando nuevamente en estas fases podemos avanzar a las siguientes.
Las fases de base o fundamento incluyen la fase núcleo y la fase de amor por el aprendizaje. La fase núcleo va, en una crianza natural, de los 0 a los 8 años aproximadamente. En esta fase los niños se inspiran por sus padres y hermanos mayores. Acompañan a sus padres en labores de casa normales, y se desarrollan de una forma maravillosa en un ambiente de amor, con mucha exposición a la naturaleza, donde el juego sea el centro de su mundo. Es un tiempo para leerles mucho a los niños, paseos en la naturaleza, cocinar, jugar con los colores, y las texturas. Según este modelo, lo ideal en esta etapa, es que los niños y niñas estén acompañados de sus padres o personas de mucha confianza.
La fase que “recubre” a la fase núcleo es la fase de amor por el aprendizaje que se da en una crianza natural entre los 8 y los 12 años aproximadamente. Si los niños recibieron una fase núcleo de calidad entran con toda naturalidad en la fase de amor por el aprendizaje con todas las ganas de explorar el mundo que les rodea. Quieren saberlo todo, y para esto empiezan a trabajar en pequeños proyectos de construir, armar, transformar, descifrar, fabricar, y relatar. En esta etapa los padres están atentos a las preguntas de sus hijos para proporcionar el ambiente y recursos necesarios para que se continúe con el amor por el aprendizaje. Es muy fácil que se caiga en un odio por el aprendizaje si se fuerza el aprendizaje en esta etapa y peor en la fase anterior.
Luego vienen las llamadas fases educativas. Se me ha complicado un poco el traducir los nombres de estas fases por sus nombres tan específicos en inglés. La primera aquí es la que en inglés le llaman “Scholar Phase” que sería como la fase de aprendizaje profundo. Generalmente va de los 12 a los 17 años. Es en esta fase cuando los chicos y chicas empiezan a dedicar varias horas al día al estudio de temas que les interesan más. Sin embargo, este modelo propone asegurarse que sea una etapa en la que puedan conocer mucho sobre cultura, historia, literatura, desarrollo de destrezas como hablar en público, y debatir. Es una etapa de mucha lectura, experimentos, y actividades de investigación. Es aquí cuando ya se comienza a identificar intereses más puntuales. A pesar de ser una etapa más rigurosa en cuanto a estudio, si los chicos y chicas pasaron por una adecuada fase de amor por el aprendizaje, esta fase se convertirá en una etapa emocionante de autoconocimiento y de conocimiento del mundo y sus procesos. A esta fase le sigue la fase de profundidad donde, al haberse identificado un interés en particular o un tema o área que les apasiona se dedican muchas horas a investigar, hacer prácticas y aplicar estos temas profundizándolos.
Es interesante que según este modelo las transiciones ocurren de forma más natural, pero siempre y cuando haya unos padres inspiradores que sean un mentores para sus hijos. En este modelo se enfatiza la importancia de la educación de los padres, es decir, que hayan tenido o estén al menos en la fase de aprendizaje profundo. Una vez más, recalco que esto es fácil si nosotros los padres hemos pasado por las fases anteriores. Debemos identificar en qué fase estamos nosotros o qué fases nos saltamos para poder avanzar. Si hemos seguido una educación tradicional difícilmente podemos decir que pasamos por la etapa de amor por el aprendizaje, por dar un ejemplo. Si intentamos nosotros mismos reconocer en qué fase debemos trabajar nos ayudará a avanzar. De esta forma podemos nosotros encontrar lo que nos apasiona, y nos ayuda a autoconocernos. Si somos felices y tenemos una mejor idea de lo queremos en la vida seremos unos mejores mentores para nuestros hijos.
Esta es una idea de lo que trata este modelo. Si quieres conocer más sobre Leadership Education y cómo aplicar las fases en la vida te recomiendo que leas el libro “The Phases of Learning” por Oliver y Rachel DeMille.
En mi caso, hay 10 años de diferencia entre mis dos hijos, y he visto ocurrir algo mágico. He visto a mi hijo mayor contarle cuentos a mi hijo menor, moldear con plastilina, explicarle con lujo de detalles preguntas como a dónde se va el sol por la noche, y hacer placas de registro a los 10 carritos de juguete de mi hijo menor.
De igual forma he visto a mi hijo menor oír atento mientras hacemos matemáticas con mi hijo mayor y me ha pedido que le “dicte” también a él el ejercicio de “números” y va anotando atento y concentrado unos garabatos.
El asunto es, que sin importar en qué fase están tus hijos, siempre se enriquecen con la presencia de los hermanos y hermanas y con tú presencia. El hecho de que están más horas juntos hace que realmente se conozcan, sepan qué les gusta, sepan realmente quiénes son. Y mientras escribo esto mi hijo mayor está con mi hijo menor ¡porque quiere estar con él!
El leer mucho sobre las fases del aprendizaje me ha ayudado a tener una mejor idea de las estrategias que puedo usar para ser una mejor mentora en las diferentes edades por las que vayan pasando. Ya no se trata de qué temas tratar, ni de que se repitan los mismos temas pero de forma más compleja, como en muchos casos se plantea en la educación tradicional, sino más bien de comprender procesos grandes y entender que es la suma de todos los pequeños momentos, de todas las veces que comentamos libros, películas, solucionamos algún conflicto, cocinamos juntos, conocemos un nuevo lugar juntos, aprendemos algún tema juntos, vemos salir la luna llena juntos, nos emocionamos porque nuestra araña del jardín sigue ahí al siguiente día, vemos lo rápido que ha crecido el tallo de nuestro fréjol y lo lindo que se ven los pies de mi hijo pintados de verde.